jueves, octubre 23, 2008

Ulysses cumplió seis años. Los cumplió desde un mes antes, los cumplió cada uno de los minutos del 22 y los seguirá cumpliendo posiblemente por un par de semanas más. Jamás había disfrutado tanto de cumplir años.
Y es curioso, pero a diferencia de años anteriores ahora no se trataba de pedir y pedir juguetes, se trataba de saber que ya era grande, que de ninguna forma es ya un bebé y que sobre todas las cosas, con seis años un bebé de 16 meses llamado Samuel tendrá que rendirle más respeto y obediencia.
Fue un cumpleaños para él solamente. No se preocupó de nada más. Le lleve un pastel a su salón de Kung Fu Panda...le llevé una piñata. Y todo lo disfrutó mucho.

Y como la idea de este blog es ser bitácora, proceso a dejar testimonio de un hecho, que me hizo reir mucho y que espero no se me olvide.

En días pasados la mamá de Ulysses, que es maestra en la misma escuela, tuvo que salir de su salón para llevar unas cosas a otra maestra. Dejó encargada de sus alumnos a la maestra del salón de al lado (los dos salones están conectados por un pasillo interior, así que no hay problemas.

El asunto es que cuando regresó, se encontró con que sus alumnos estaban todos callados y trabajando, contrario a cuando se ha ido antes y hacen relajo.

Al momento de entrar al salón descubrió a Ulysses dibujando en el pizarrón y dando instrucciones a los alumnos, un grado menor que él. Todavía se daba el lujo de ver como lo hacían y criticarlos o motivarlos. La madre obviamente se rio y lo regaño, pero este seguía en su papel de maestro. Cuando empezó a pasar lista, los niños emocionados esperaban oir su nombre.

Al final, le preguntó a la maestra que si qué había pasado, porque estaba Ulysses ahí y la maestra con una ingenuidad enorme le dijo que lo vio entrar y que le dijo que el se encargaba.

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